viernes, 26 de abril de 2013

LOS HIJOS



A lo lejos una polvareda, un auto lentamente se acerca por la vereda, una pequeña y destartalada casa, medio escondida entre unos chopos, su destino.
Tras los cristales una mirada, unos ojos marchitos por las lágrimas derramadas, la sonrosada cara de una viejecita observa como aquel auto se aproxima, su corazón da un vuelco; en los laterales de aquel auto sendos emblemas militares, dos oscuros personajes ataviados con flamantes uniformes ocupan aquella visita inesperada, el auto se para.
Con solemne actitud uno de ellos se apea del vehículo, algo demasiado conocido bajo su brazo, se acerca a la viejecita y con profundas palabras le dice:
" El estado le agradece su sacrificio, su hijo ha dado la vida por su patria, estamos orgullosos de él".

Con una reverencia le hace entrega de la bandera del país y un pedazo de metal engarzado en una aguja donde reza, "Medalla al valor en combate".

Efectuando el saludo militar, se despide de la viejecita, da media vuelta, sube al auto perdiéndose en la polvareda ocasionada al venir.

Como un rió embravecido las lágrimas vuelven a brotar de aquellos ajados ojos, temblores inquietantes recorren todo su cuerpo, su corazón galopa desbocado, cae de bruces sobre aquella bandera gritando...

Malditos hijos ¡¡¡, con lo que cuesta hacerlos hombres ¡¡¡...

El silencio cae bruscamente sobre el lugar, solo queda una pequeña figura caída sobre un absurdo estandarte y un pedazo de metal rodando escaleras abajo...

Cae la noche.

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