sábado, 24 de marzo de 2012

Guerra interior




Panza arriba, en la cama, las 6:30 AM.

Empieza a despuntar el día, últimos momentos para recochinear entre las cálidas sábanas arropado con dos o tres mantas; afuera? un gélido amanecer en mi ciudad.

Me entretengo en observar y escuchar los millones de ruiditos y movimientos extraños que generan mis entrañas, una guerra interior infernal, todos los elementos de mi cuerpo intentando volver a su lugar de origen, por el camino se pierden la mitad y yo los escucho curioseando cada sonido, cada movimiento, indagando si es del norte o del sur, catalogando quejidos matutinos.

La cuarta cervical discutiendo con la tercera, el yunque y el martillo peleando por "un quítame allá esas pajas", una clavícula partiéndose la caja al ver que el omoplato no supera la hazaña de encontrar su posición real, el antebrazo pellizcando a la muñeca para ver si se acaba de despertar, los dedos de las manos retorcidos, sin tacto, dormidos, dolores agudos buscando el camino más corto a mi cerebro para darme una sorpresa bestial... AY ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡.

Rugiendo el estómago, pidiendo pan; algo más abajo las tripas están de reunión, disertando hasta la saciedad de cuestiones alimenticias, aburridas, ruidosas; entre los fémures, en el centro de la pelvis, una concentración anormal de flujo sanguinolento hace turbar la paz a una multitud de adormilados musculitos que con su agitado movimiento empiezan a cabrear al "elemento", este, erguido y desafiante manda un e.mail errante a mi cerebro dormido, ni caso, no hay nadie que le escuche y aburrido vuelve a su estado letárgico sin ruido.

Más abajo y en la lejanía se divisan dos extremidades que se dieron de patadas toda la santa noche, doloridas caen rendidas, imposible de accionarlas desde mi mente dormida.

Y acabó la excursión por un cuerpo en guerra y sin compasión, como cada mañana el consenso llega al ciento y este bendito cuerpo deja a la mente de lado y me tira de la cama destrozado...

Otro día más para este viejo cuerpo desmadejado.

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