Y un brillo en los ojos de aquel ermitaño
denotaban que las lágrimas se agolpaban
presurosas por estallar
en un manantial de tristeza.
Encorbado, pelo cano y barbas desordenadas
dirigiendose hacia su hogar,
su pequeño lugar donde nada es importante
y a la vez todo es maravilloso...
Coje un madero del suelo y lo
coloca perezosamente sobre una piedra;
era un madero labrado
con una indicación escrita que decía...
"Mundo... no molestes"
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