Dedicado a mi gran amigo Eduardo Amela
Los
juegos infantiles se perdieron.
Recuerdo
cuando era un niño, cuando teníamos el año dividido por juegos; las limas, las
canicas, los tacones de zapato, cromos, chapas de botella... y un sinfín de
actividades con su fecha concreta.
La
pandilla de chavales de mi barrio siempre andábamos enzarzados entre los
deshechos que algunas fábricas del lugar vertían en un barranco; nosotros
controlábamos todo aquello que pudiese tener una aplicación en nuestros juegos,
un filón de juguetes gratuitos desparramados en aquel vertedero.
El
poco dinero que llegaba a nuestras casas no daba para hacer despilfarros en las
tiendas de juguetes, nuestra carencia hacía despertar el ingenio de tal forma
que no dejaba que el aburrimiento hiciese mella ni un segundo de nuestros cuerpos.
El
crudo invierno no era obstáculo para nuestras reuniones callejeras, nos
perdíamos en los olivares buscando la mejor horquilla con la que confeccionar
un buen “tirachinas”, las cámaras de la bicicleta del abuelo servían como elásticos, un pedacito de
cuero... y hecho; pasábamos las horas puliendo aquella rama hasta dejarla
reluciente, con un poquito de guíta reforzábamos los anclajes del elástico, el
cuero y la base de la empuñadura. Las horas corrían sin cesar en un simple
campeonato de tiro, cualquier lata o botella eran blancos perfectos para
nuestras muestras de puntería; pasaba el tiempo.
Llega
Marzo y con él el viento.
Excursión
al cañaveral, buscamos las cañas más perfectas con la intención de, con ellas,
montar una cometa; papel de seda multicolor, visita al vertedero pues una de
las fábricas es de hilados y los rollos defectuosos andaban amontonados en el
barranco; con esmero vamos colocando las finas cañas y el papel, con una mezcla
de harina y agua pegamos cuidadosamente los bordes del papel a los tensores de
hilo hasta hacer un hexágono perfecto, rodeamos el perímetro de esta con
volantes multicolores y adosamos como cola un montón de trapos viejos cortados
a jirones. Tras un tiempo prudencial de secado nos juntamos todos en una explanada
y, cruzando los dedos, echamos a volar nuestras cometas; Un espectáculo
multicolor llena nuestro cielo a la vez que gritamos de alegría a ver que
nuestro ingenio lleno otro momento de nuestras vidas; y pasa el tiempo.
El
verano se acerca a pasos agigantados, las canicas quemando en nuestros
bolsillos, los tacones de zapato dejan negras nuestras manos, los cromos, las
limas, arcos y flechas, dardos; multitud de juegos gratuitos que llenaron de
alegrías todas las horas del mundo de unos niños, entre ellos yo, sin destrozar
los presupuestos familiares; la picaresca agudizó nuestro ingenio.
Y
llegó otro año, y uno más...
No
como ahora que tiemblo solo de pensar en la evolución de nuestra raza, cuando
por manos solo tengamos dos muñones...
Uno
para el mando de la consola y el otro para el teléfono móvil.
Murió
el ingenio.
Salvador, te agradecerte esta dedicatoria la cual expresa fielmente como fué nuestra alegre y divertida niñez a pesar de nuestra precaria situacion economica
ResponderEliminary los medios a nuestro alcance eran tan solo la imaginacion y las ganas de hacer cosas
pero hasta aqui hemos llegado a trancas y barrancas y asi seguiremos hasta que nuestro cuerpo aguante
un fuerte abrazo
Gracias amigo... me encanta recordar las cosas que nos ocurrieron en aquel barrio, aunque lo que más me apena es no tener noticias del resto de la pandilla je je je.
ResponderEliminarUn abrazo.